Música para lectores ociosos. El Cuarteto de Nos y la intertextualidad literaria.

 


Delirante, divertido y bizarro, El Cuarteto de Nos ha logrado romper con todos los estereotipos musicales gracias a la filiación y uso de diversos géneros. A esta altura de su trayectoria, ya se puede hablar de rasgos distintivos que conforman una poética de la banda. Entre ellos se encuentra la intertextualidad como característica sobresaliente, la cual provoca el efecto de estar ante la presencia de unos músicos amantes y adictos a la lectura.

Por Diego Hernán Rosain

Si bien la banda ha transitado por grandes transformaciones genéricas y estilísticas, algo que ha mantenido a lo largo de toda su trayectoria es su concepción de la música como un modo lúdico y jocoso de expresión artística. Lo que vuelve difícil encasillar al Cuarteto de Nos en un género musical definido es, justamente, su diversidad rítmica y temática que continúa sorprendiéndonos y divirtiéndonos desde el día en que se conformó allá por 1984. Si bien en sus últimos dos discos, Porfiado (2012) y Habla tu espejo (2014), lo que predomina es una estética punk y más bien crítica y pesimista con respecto a la realidad, los elementos juguetones no dejan de aparecer.

Es fácil reconocer cuáles son los grandes recursos que predominan dentro de la poética de la banda uruguaya: uno de ellos es la rima, sobrecargada y consonántica que recuerda al movimiento modernista por su musicalidad y que encuentra a sus contemporáneos en los raperos; este elemento vuelve a las canciones del Cuarteto fácilmente memorizables y, casi diría, adictivas en cierto punto. La sobrecarga musical y rítmica obliga al oyente a repetir más de una vez la reproducción para poder aprehender y asimilar el significado de las palabras y el mensaje de las canciones. Por otro lado, el recurso inevitable y que se repite a lo largo de la mayoría de los temas, al cual quiero referirme, es la intertextualidad.

Las canciones del Cuarteto están repletas de referencias a personajes ilustres, hechos concretos o elementos del arte y la vida cotidiana. Los discos son verdaderos hervideros intertextuales que le dan la imagen de una banda hiperculta. Esta característica implica dos movimientos: por un lado, educa el oído y apela fuertemente a la memoria y la experiencia personal de los oyentes al configurar un entramado complejo de conocimientos adquiridos; por el otro, divide al público entre aquellos que captan la referencia y aquellos que no, obligando a revisar dichos conocimientos y a adquirir otros nuevos para no quedar fuera del código.

Tomaré solo en consideración las canciones posteriores al disco El Cuarteto de Nos (2004) por considerarlo como un punto bisagra en su trayectoria en el cual la banda toma conciencia de su trayectoria y reinterpreta sus temas más emblemáticos hasta el momento. Las referencias intertextuales, como ya dije, son múltiples y variadas. Sería extenso y tediosos revisarlas todas, pero habría que detenerse en el uso y las funciones de al menos una de ellas. Las referencias literarias, por ejemplo, son de tres tipos: las primeras suelen ser explícitas y hacen referencia a autores reales del ámbito artístico; las segundas suelen ser también explicitas y hacen referencias a obras y personajes literarios concretos; las terceras, en cambio, suelen ser implícitas y son citas o alusiones textuales al contenido concreto de las obras. Si bien el carácter explícito o implícito de las referencias tiene más que ver con una cuestión cuantitativa del bagaje cultural de los oyentes antes que con los modos de enunciación, es cierto que algunas son mucho más difíciles de rastrear que otras como ya veremos.

El grupo encuentra preferencias en autores o personajes de tres períodos o épocas delimitables: los que pertenecen a la antigüedad clásica (sobre todo mitos griegos y romanos), los que pertenecen a la Edad Media y al Renacimiento, y los más modernos que van del siglo XIX al XX. Con respecto al primer grupo, hay referencias en las canciones a Apolo (“Cuando sea grande”), Narciso (“Me amor”), Sísifo (“Insaciable”), Neptuno (“El aprendiz”), Saturno y Cronos (“Cómo pasa el tiempo”), Aquiles (“Roberto”) y a la Guerra de Troya (“El calzoncillo a rayas” y “Nada es gratis en la vida”). Como vemos, no aparecen autores clásicos, sino mitos y reescrituras de esos mitos. Las deidades, héroes y hechos que se mencionan son exclusivamente grecolatinos, quizás por ser la mitología hegemónica que ha perdurado al paso del tiempo y en el imaginario colectivo antes que sus culturas vecinas y las amerindias.

En cuanto a las referencias acerca de la Edad Media y el Renacimiento, corresponden casi en su totalidad a tres autores: Dante, Cervantes y Shakespeare. Con los intertextos que aluden a Dante ocurre una trasposición entre el autor y el personaje autobiográfico: vemos una alusión a su Paraíso en “Al cielo no”, una canción que habla acerca de por qué el enunciador prefiere ir a parar al Infierno antes que al Edén. Las alusiones a Cervantes sólo se limitan a su obra más conocida: Don Quijote de la Mancha. En la canción “Caminamos” se hace referencia al Caballero Andante, Dulcinea y Rocinante para crear un paralelismo con la situación de trotamundos y progresistas de los enunciadores. Por último, Shakespeare quizás sea el autor más citado por el Cuarteto. Aparecen referencias a la trifulca entre los Montesco y los Capuleto en “Cuando sea grande” para hacer referencia a la disconformidad con respecto a los mandatos paternos; en la canción “Mi lista negra” aparecen los nombres de Romeo y Julieta como parte de los elementos enumerados, sin ningún fundamento aparente más que para permitir incorporar una rima entre los hemistiquios. Por último, hay una referencia en “Así soy yo” donde se cita y desacraliza a Hamlet (Pérez) y a la famosa frase que da comienzo a su soliloquio: “no me importa nada si ser o no ser”.

Las referencias a autores de los siglos XIX y XX son más escasas y aluden muy poco al contenido de sus obras. Por ejemplo, aparece el doctor Jekyll, el ambiguo personaje de Stevenson, en la canción “Razones” del disco Bipolar (2009) para hablar de cierta condición de pasividad del enunciador; nuevamente en “Caminamos” aparece el nombre y una cita del poeta español Antonio Machado de su famoso poema “Caminante no hay camino” en clara analogía con la temática de la canción; aparecen los nombre sucesivos de Arthur Conan Doyle y Bretón (junto con el de Molière que pertenecería al grupo anterior) en “Ya no sé qué hacer conmigo” para aludir a lecturas que el enunciador ya realizó; en el famosísimo y pegadísimo tema “Yendo a la casa de Damián” aparece una mención a Herman Hess que permite sostener la rima consonante; lo mismo ocurre en “Invierno del 92” con Robinson Crusoe, el personaje de Daniel Defoe de 1719, a pesar de que no entre en esta categoría.

Con esta lista siempre escasa ya se pueden vislumbrar, sin embargo, las funciones de las referencias literarias: por un lado, permiten sostener la rima consonante y el ritmo de los versos, es decir, poseen una función semiótica; por el otro, permiten entablar paralelismos y analogías con el contenido de las canciones: por ejemplo, en “Nada es gratis en la vida” la entrega del caballo de madera a los Troyanos sirve casi como exemplum medieval; en “El aprendiz” se hace una analogía entre el tridente de Neptuno, símbolo de su fuerza, con el saber como fuente de poder del enunciador; por último, en “Caminamos” como ya dijimos las alusiones a Cervantes y Machado sirven para inscribir a los enunciadores en una tradición de personajes y sujetos que avanzan por la vida sin rumbo fijo pero siempre hacia adelante.


 

Vemos cómo la intertextualidad no es un mero capricho o una simple pose estética, pero quiero aludir a dos ejemplos más de discos previos que son ineludibles. El primero aparece en “Siempre que escucho al Cuarteto”, una canción del disco Canciones del corazón (1991), en el cual la banda interpreta una versión bizarra y delirante de la famosa canción para niños “Tengo una muñeca vestida de azul”. La canción infantil es introducida de manera tal que la banda parece interpretarse a sí misma cantando la canción en una suerte de puesta en abismo memorable. El segundo ejemplo de extraordinaria creatividad aparece en “Eres una chica muy bonita” del disco Otra navidad en las trincheras (1994) cuya sonoridad y entonación hace recordar a los temas musicales insertados en las películas para niños, pero cuya temática es completamente para adultos por su contenido pornográfico. La canción cuenta la relación de un hombre con una mujer que acaba de conocer y de la cual se enamoró bestialmente, por utilizar una de las palabras empleadas en el tema, tras haber tenido reiterados encuentros sexuales; la canción termina revirtiendo la opinión del enunciador tras darse cuenta de las múltiples enfermedades de transmisión sexual que le acarreó dicha relación. Pero lo más fascinante es que el recitado final con el cual concluye la canción está tomado en realidad del famoso soneto “Amor constante más allá de la muerte” de Francisco de Quevedo, retocado de manera tal que el polvo haga alusión a la eyaculación masculina y a la muerte del enunciador. Con estos últimos dos ejemplos vemos que El Cuarteto de Nos no solo retoma al campo literario como bagaje intertextual, sino que también se vale de sus múltiples y complejos recursos para hacer de su música una verdadera obra de arte moderno.

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